La relación con el Glitter no sólo se limita a esto, ya que encontramos en nuestro cantante esa misma preocupación por el aspecto visual, esa fascinación por la imagen. Por esto son tan importantes determinados aspectos como el vestuario, el maquillaje o todos los objetos que rodeaban a Casal (telones, tronos, esqueletos, etc...) por encima de la propia música. También Bowie diseñaba su vestuario y las carpetas de sus discos mostrándose estridente y vulgar -su actitud fue muy influyente- convirtiéndose en el artista más admirado de los ochenta.

Casal parece tener la lección bien aprendida cuando viene de Londres logrando así materializar ideas que ya tenía de antes. Acompaña desde entonces a su música de la teatralidad, el brillo y el espectáculo tan queridos en los grupos y cantantes Glam aunque en este caso, todo hay que decirlo, un tanto reblandecido.

Habría que señalar, finalmente y como de gran interés, los retratos que, realizados por sus amigos y a veces con su propia intervención, nos devuelven diferentes imágenes del artista en las que vemos reflejadas algunas de sus obsesiones estéticas. Así, un retrato como Dorian Casal de 1983, obra de Enrique Costus, nos lo muestra con aspecto juvenil rememorando la narración de Oscar Wilde. La imagen entre la estampa y el cromo resulta Kitsch y un tanto decadente. En otra obra también de Costus se le representa como caudillo, ondeando una bandera y con el Valle de los Caídos como fondo; otro pequeño cuadro de los mismos autores lo muestra como El duque Casal con puntiagudas orejas, capa y partitura musical; posando delante de un ventanal neogótico en un trasunto del personaje de Bram Stoker. El más Glitter sería el que firma él mismo conjuntamente con Fabio McNamara donde aparece con su guante preferido, mucha brillantina y entre colores imposibles.

Dorian Casal

ENRIQUE NAYA "Costus"
Dorian Casal
Lápiz de color sobre papel
66 x 46 cms.
1983

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