"Neocasal" y la era "Costus".
Los años 70 deben entenderse como una época de transición multidireccional ya que se produce un cambio coyuntural que afecta a la sociedad en general y, por consiguiente, a nuestra cultura artística.
Si la España de los 60 se presenta ante nuestros ojos como una etapa creativa desde el punto de vista artístico que conlleva a una reacción contra el informalísmo y, como consecuencia, a la búsqueda de nuevas alternativas que surgen bajo la impronta del realismo, el expresionismo y el pop en los primeros años, y el arte geométrico y tecnológico de finales de la década, los 80 suponen el reconocimiento cultural, la homologación internacional, la irupción de la escenografía, la apuesta firme por nuevas alternativas y, en defiritiva. un cambio de
imagen que lleva las marcas de una sensibilidad específicamente urbana que tiene su punto neurálgico en Madrid y que las instituciones bautizaron como "La
Movida Madrileña".
La gestación de esta actitud tiene sus orígenes a mediados de los 70, pues reconocemos una serie de manifestaciones culturales y estéticas que ya nada tienen que ver con la década anterior. Entre ellas surge con fuerza un grupo o "tribu urbana" que toma conciencia de una cultura propia y que reivindica una estética ausente de concomitancias políticas o sociales, pero que exalta, en palabras de Antonio Sánchez Casado, "una serie de objetos y modelos de comportamiento desprestigiados socialmente por sus connotaciones franquistas que se redescubren bajo una nueva mirada desconstructiva".
Aparecen, entonces, en el panorama artístico madrileño dos jóvenes pintores foráneos, pero de vital importancia en la gestación de la movida, sus nombres Enrique Naya y Juan Carrero, conocidos como "Costus", que constituyen en algunos aspectos "la traducción más pura dentro de la cultura española del pop art de los años sesenta, a través de una iconografía exenta de cualquier contenido ideológico", a la vez que se explora la cultura popular hispana desde una perspectiva Kitsch.
En marzo del 77 Tino Casal conoce a Costus que, a principios del verano, alquilan un piso en la calle Palma 14, compartido con Fabio de Miguel "McNamara" y que, con el paso del tiempo, se convertirá en el centro aglutinador de la movida, lo que Francisco Umbral llamó "Casa-convento de estrellas descarriadas" con habituales visitas del propio Tino Casal con su contribución estética (siempre cargado de bolsas con modelos de la temporada pasada que ya no quiere, pero que son bien reaprovechados), Olvido Gara "Alaska", Carlos Berlanga, Pablo Pérez Mínguez, Tesa Arranz de los Zombies, Ana Curra, Nacho Canut... y Pedro Almodóvar que en julio de 1980 rueda allí su primera película comercial "Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón”.
A partir de 1982 la relación entre Tino Casal y Costus se intensifica, coincidiendo con el traslado a la casa del fotógrafo Pérez Mínquez en la calle del Monte Esquinza donde comienzan una nueva serie titulada "El Valle de los Caidos” pintada entre 1980 y 1987 que, en palabras de Costus, suponía enfrentarse al monumento “al sentido que marca el monumento, porque las piedras y la temática que en él se representan son principios universales asumidos por el franquismo, sin ningun miramiento más que el propio engrandecimiento. Por eso y con las mismas libertades que ellos se tomarón en su momento, nos hemos permitido, siguiendo un principio puramente barroco, el interpretar la imaginería a nuestro modo. con gente de hoy en día vestidos como tales".
Quizá esta serie de Costus titulada "Valle de los Caídos" queda como testimonio estético vivencial de toda una época, llena de magia y risas, o de otra manera, corno escaparate paradigmático de la modernidad donde se rinde culto al Madrid de los 80 y a sus personajes. Así pues, no resulta extraño encontrarnos con sorprendentes cuadros en los que aparece un Fabio McNamara corno San Lucas Evangelista, Pepa Ojanguren (compañera de Casal durante muchos años) corno la Justicia, Bibí Andersen como Virgen del Carmen, Olvido Gara "Alaska" representando a la Patria o Juan Costus de Cristo de la Misericordia.
Pero entre todos ellos sólo hay un caudillo. Tino Casal, representado en un díptico de 240 x 240 cms. (1985) cuya concepción nos invita a reflexionar sobre su verdadero papel en la Movida, como receptáculo y transmisor de sensaciones estéticas que él lidera en un microcosmos heterogéneo.
Bien es cierto que cuando Costus pinta a Casal como Caudillo éste se halla en la cumbre del éxito, era el paradigma a seguir por todos aquellos que buscaban despuntar en sus facetas artísticas y, por ello, es representado como el líder que enarbola la bandera de la modernidad dentro de una parafernalia iconoqráfica que nos recuerda las representaciones tradicionales de la monarquía.
De 1982 a 1987 la obra de Costus invadía todo el espacio. En el año 82 Casal acoge a Costus en su casa, fue una época feliz e irrepetible, llena de pintura y alegría que se trunca tiempo después con la enfermedad de Tino, pero que vuelve a resurgir con su recuperación, es la época de "Lagrimas de cocodrilo" y el regreso a tiempos más felices.
De la influencia de Costus en Tino Casal o de Tino Casal en Costus queda todo un mundo escenográfico y visual que se trasluce en las portadas de sus discos y, sobre manera, en el mundo de los objetos que le rodean. Su evolución no queda reseñada en su pintura, que por estos años es aún escasa y poco seria, sino en su forma de vida, en la parafernalia constructiva de su propia estética: desde el Neocasal kitch post-pop, hasta el Casal Neobarroco de la era post-Costus,
No obstante, todo tiene su fin y la era Costus se cierra en 1989 cuando Enrique Naya muere como consecuencia de esa terrible enfermedad que es el SIDA, y Juan Carrero se suicida a los pocos meses. Con la desaparición de Costus se clausura toda una época y en el quehacer de Tino soplan aíres nuevos, esta vez centrados sólo y exclusivamente en la creación plástica que aparece como síntesis de una vivencia estética: NEOCASAL, NEOSICODELIA, NEOBARROCO.
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