La plenitud de los 90: La abstracción mágica.


La escasa actividad pictórica de Tino Casal durante anteriores décadas resulta sorprendente si se compara con la casi dedicación exclusiva que se produce desde 1990 a 1991.

Las obras de los años anteriores son siempre figurativas y quizá podamos afirmar que responden a una motivación puramente vocacional carente de toda reflexión estética. Sin embargo, a partir de 1990 la obra de Casal posee un mayor contenido y sugiere un mundo de relaciones plásticas cargado de asociaciones particulares donde el artista asume el papel de hacedor de imágenes.

La pintura de Tino Casal realizada en los últimos años de su vida resulta ser la más interesante de su producción. Con ella, reconocemos a un artista que trabaja con seriedad, quizá por influencia del pintor andaluz, afincado en Madrid Antonio Villa-Toro con quién comparte estudio, amistad y conceptos, y que da su fruto en una pintura emocional, orgánica, romántica y obsesionada por la magia y misterio de crear espacio en una superficie plana.

Sin embargo, es poco unitaria y muy heterogénea en cuanto a concepción estética, pues advertimos una serie de obras realizadas en el mismo año que responden a categorías diversas: así no resulta extraño encontrarnos pinturas que se aproximan a la "acción painting" junto a otras, figurativas o cercanas al pop.

Los cuadros de Tino Casal sorprenden por su deslumbrante visualización y el nivel de sensaciones que transmiten. No en vano Casal habla de sí mismo como un virtual hechicero que crea objetos artísticos sagrados que quieren ser permanentemente artísticos y sagrados. Son formas poderosas, estilizadas o barrocas, verticales u horizontales, pero insinuantes de magia, fantasía y misterio.

La mayor parte de ellas no son figurativas (aunque sus dibujos constituyen una excepción) y son, frecuentemente, de gran formato, de colores libres y estridentes, en ocasiones preparados para que se vean con luz actínica.

Su pintura resulta ecléctica e impregnada de datos y referencias a otros movimientos, pero Casal los interpreta a su manera. Así pues, obras como "pintura de guerra" (1990) o "Luz de gas II" (1990) nos sugieren cierto carácter cósmico, pero contrastan con otras más viscerales, con sus dibujos pop o sus retratos influidos por el primitivismo y el expresionismo.

Sin embargo, a pesar de esta variedad, todas ellas poseen en común ser puros valores de belleza en el juego de armonías universales y están pintadas de acuerdo con una necesidad interna que se traduce en la creación de un cosmos sonoro transmitido por el color, es lo que Kandinsky trató de explicar con los sonidos abstractos donde un color puede traer resonancia del colorido musical de un instrumento, porque la excitación óptica provoca vibraciones en otras esteras sensoriales y, por ello, la obra debía ser producto y objeto de un procedimiento meditativo.

Los cuadros de Tino Casal no sugieren un propósito moral urgente o una superación de dificultades, son abiertamente hedonistas y proponen una aproximación más impersonal a la actividad artística, aunque veamos en muchos de ellos ciertas resonancias de la mencionada acción painting del expresionismo abstracto que se aprecia en actitudes concretas, como la renuncia total a una estructura reflexiva del cuadro, la utilización de dripping de colores o la improvisación intuitiva de la fantasía que en ocasiones la acercan al tachismo.

La ingente cantidad de cuadros que Tino Casal realiza entre 1990 y 1991 nos dan buena muestra de ese carácter "acumulativo" y "referencial" que posee su pintura. El propio Casal la considera impregnada de neosicodelia. sin otro propósito que una mixtificación simbólica de la representación que adquiere un sentido mágico, lo que le confiere un carácter individual e irrepetible similar al que encontramos en una determinada tendencia vanguardista de los años 70 que algunos autores denominan "Mitología individual".

La excesiva gestualidad que transmite la mayor parte de la pintura, contrasta con la simplicidad y claridad de sus dibujos, generalmente realizados con lápices, ceras y rotuladores de colores sobre papel, los cuales representan retratos de personajes desconocidos o exóticos y conectan con el pop art figurativo. La mayor parte de estos dibujos construidos con largas y ondulantes líneas de colores, son personajes de clara intención realista y están ejecutados con un estilo caligráfico que nos recuerdan a los dibujos ilustrativos de los comics.


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