La siempre potente imagen de nuestro cantante era una relativa sorpresa en la España de principios de los ochenta. Empezaban a popularizarse por entonces los primeros productos de la horrorosamente denominada "Movida", de la que todos, con razón, renegaban. Tino Casal aunque estaba, a través de Costus, en el centro del glorioso petardeo del momento no suele ser mencionado, si no es de pasada, en Las abundantes crónicas de la época. Su inicial y fulgurante triunfo comercial puede ser una de las causas de este olvido, ya que había que tener unos oscuros comienzos dentro del underground madrileño para ser incluido dentro de la nómina de artistas pertenecientes a tan singular movimiento. A pesar de esto la estética de Casal, aún siendo muy personal, estaba influida por artistas y movimientos que también reconocemos en otros artistas españoles de la época. Nuestro país acababa de salir dc la monótona y gris dictadura y Casal es uno de les primeros en darse cuenta de la importancia de la imagen en el mundo del Rock, por encima incluso, en muchas ocasiones, de la propia música. Esto que parece evidente desde los comienzos de a música popular no estaba (ni ahora parece que esté) claro dentro del panorama español aunque también hay que reconocer que el tipo de música de la denominada "de protesta" ayudaba poco para el alarde visual. En esto es evidente la diferencia entre el mercado español y el anglosajón, auténtico exportador de imágenes para el mundo. Tino Casal, que antes de lanzar Neocasal había vivido durante unos años en Londres, se impregnó de todos los movimientos que nacían y morían en las calles de la capital británica en la segunda mitad de los setenta y que tenían en el vestuario y la peluquería, además de por supuesto en la música, sus elementos distintivos.


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